domingo, 3 de marzo de 2019

Mi experiencia general en el Camino





Hablar acerca de todo el Camino de Santiago en cualesquiera de sus modalidades -religioso, espiritual, cultural, deportivo, etc.-, es algo tan abstracto que sería imposible de hacer, ya que si haces el Camino por motivos espirituales y otra persona lo hace por el mismo motivo, posiblemente los dos tendrán diferencias en la mayoría de las vivencias. Por eso siempre me gusta remarcar en lo que escribo, lo personal de las opiniones, que las mías no tienen porqué coincidir con las de otra persona, aún haciendo el mismo Camino y por el mismo motivo.

Mi decisión de hacer la peregrinación en el Camino de Santiago no fue algo premeditado, pensado con anterioridad; fue algo espontáneo que surgió de una conversación casual de un conocido mío que le hizo unas cuatro veces (entero no como quien hace tramos y a cada uno de estos les da el tratamiento de Camino completo). Comenzamos a hablar de lo que era el Camino, de como se vive y que sacas de él, pero claro, por mucho que te digan que es maravilloso, que te encuentras a ti mismo, que vienes cambiado en lo íntimo, hasta que no le haces no puedes comprender el porqué te decía todo eso y puedes llegar a interiorizarlo y sentirlo propio.

Cada día que pasaba me ilusionaba más y más; me iba haciendo una idea de lo que podía ser caminar tantos kilómetros sin un fin determinado que el mero hecho de llegar de un punto a otro. Pensaba cada día cómo sería, si era cierto eso que todos los que con anterioridad le habían terminado contaban. Seguía dándole vueltas a la cabeza para intentar imaginar lo que ya hacía, pero que no me terminaba de convencer: ¡claro, por mucho que imaginase no era más que eso, imaginación! Entonces comencé a mirar por YouTube videos de personas que le habían hecho, o por lo menos tramos.

Empecé a buscar videos y a visionarlos -y puedo decir que llegué a un par de ellos que me engancharon, especialmente uno de una Youtuber en tres partes-. Esta Youtuber se llama Isasaweis, es asturiana (video I, video II y video III) aunque discrepo de buena parte de lo que dice o aconseja; él se llama Carlos Ramón, de Ibiza (video); la verdad que pude llegar a ver sus tres partes por lo menos cinco veces cada una, y el de él otras tres veces; -¡era tal el ansia de hacerle que quería empezar a imbuirme del Camino desde la red!-

Veía los videos y me metía en su piel, me imaginaba yendo por esos caminos polvorientos y eternos que solamente lo puedes sentir cuando te encuentras en ellos.

Poco a poco me iban corroyendo las ganas de andar, de andar por esos polvorientos caminos del norte, todo me refería a él, al Camino de Santiago. Me pasaba como cuando te quieres comprar un coche nuevo, estás buscando el modelo de coche que te gusta para comprar y has visto el que te gusta; ¿no es cierto que sales a la calle y empiezas a ver ese modelo a cada paso, o en la televisión su anuncio publicitario o el mismo nombre que el coche -por ejemplo un Seat Ibiza y sale publicidad de la isla en televisión-? A eso me refiero, todo, cada día que pasaba no sé si era la obsesión o que el subconsciente lo tenía ahí guardado, pero, ¡si veía un concurso!: el participante se llamaba Santiago: ¡que veía las noticias!, en Santiago de Compostela se esperaban más lluvias, ¡Que salía a la calle! toma, leche de Galicia. Todo esto me hizo crecer y crecer la idea de que tenía que ahcer el Camino sí o sí.

Al final me decidí y comencé a ver más a menudo al conocido que sembró el gusanillo de hacer el Camino -como decía antes, sin buscarlo-. Cuando llegó el día de comenzar a prepararle, empecé a comprar todo lo necesario para llevarme (mochila, calzado, ropa técnica, tecnología (móvil, cable OTG para descargar la memoria del teléfono, etc.) bastones de trekking, bordón, saco de dormir, etc.)

Esto lo empecé a hacer dos meses antes. Pues bien, faltando un mes ya tenía el billete de autobús para Pamplona. Se acercaba el día y como no puede ser de otra manera llegó. Marché hacia Avenida de América al intercambiador, busqué la dársena donde paraba mi autobús, esperé hasta que llegó y por fin y toda la gente cargando todo en su "panza". El viaje fue bastante bueno, con sus paradas en Belorado, Santo Domingo de la Calzada, Nájera, etc.; ¡quién me iba adecir que pasaría por allí andando en poco más de dos semanas!

Por fin llegamos a Pamplona, serían las 14:30h. de la tarde, tenía que comer. Busqué en el telefóno un Telepizza y para allí que fui. Sería mi última pizza..., bueno, hasta empezar el Camino y llegar a Estella que cayó otra, pero esta vez ya en compañía. Una vez terminé de comer me dirigí a la estación de autobuses de Pamplona para comprar el billete a Roncesvalles. Me tocó esperar como hora y media hasta que llegó el autobús y puso rumbo a mi primer destino.

Tardó en llegar en torno a una hora más o menos. Cuando bajé del autobús cogí mi mochila y me dirigí al albergue de peregrinos, hice la cola y cuando me asignaron mi cama, subí para deshacer la mochila y colocar todo. Lo siguiente es algo obligado, ir a la señal donde te informan que a Santiago de Compostela quedan 790 kilómetros y entonces te haces la foto de rigor. Fue ahí donde tuve mi primera y única flaqueza, ya que pensé preguntándome: ¿Tío, y tú que necesidad tienes de pegarte esta paliza andando? ¡Ale!, ya te has hecho la foto en el cartelito, bien, pero ahora no vale solo con eso, tienes que andarte 790 kilómetros! ¿Lo necesitas?

La verdad que fue ese momento el único en el que tuve ese pensamiento de abandono; pero reflexionando me di cuenta de que sí, ya no sólo era un capricho aventurero para guardarme dentro como experiencia, la realidad es que necesitaba hacer algo parecido y que mejor que ese camino pedestre tan famoso del que todos hablan y que lleva realizándose más de mil años. Dice el refrán que: "Algo tiene el agua cuando la bendicen", y lo digo yo que soy ateo.

Pues sí, llegó el gran día, primero de octubre, a caminar con dirección a Zubiri, paralelo a la carretera que el día anterior había subido en autobús. Pasas por el sendero hasta llegar al primer humilladero que queda a la izquierda. También fue la primera vez que hice uso del frontal, la pequeña linterna que tenía ganas de estrenar en el Camino. Mi primera impresión fue en Burguete, llegué a eso de las 09:00h. de la mañana, creo, y la campana de la iglesia empezó a tañer. Seguía por la calzada andando y vi a dos peregrinos que tomaban el camino por donde iba a ir yo. Me acerqué, les dí los buenos días, contestaron y siguieron a lo suyo. Parecía que los dos estaban en una misión del ejército, llevaban un GPS; ¡tócate los cojones! "Exactamente igual que los peregrinos en la Edad Media". Vi que posiblemente querrían ir solos (esa era mi intención desde que salí de Madrid), así que me fui por otro sitio siguiendo por la calzada y mira tú por donde, llegué antes que ellos al desvío donde empezaban a verse las famosas y bonitas flechas amarillas y el camino de tierra, con sus vaquitas y todo. Ya empezaba a tener pensamientos de peregrino, nobel eso sí. ¿Cuándo debería decir mi primer "Buen Camino"? Dicho y hecho, me pasó un peregrino que debería llevar mucha prisa y me dijo: "Buen Camino". Sonreí y le dije: "Buen Camino". Ahí es cuando debía decirlo.

El Camino no se planifica, el Camino "simplemente" se hace.

No sabía lo que me esperaba, llegando a Zubiri, por el monte, comencé a ver señales de papel que indicaban kilómetros. Yo me iba guiando por ellas, pero cual fue mi sorpresa que cuanto más andaba más kilómetros quedaban. No, no era lo que yo pensaba, era una carrera de montaña, lloviznando y la gente corriendo. El suelo mojado y lo peor, de pizarra. Parecía que llevaban ventosas en los pies. En fin, llegué a Zubiri y mi primera impresión en el albergue no fue muy grata; la hospitalera parecía que se le debía algo y no se le pagaba. "Buenos días", le dije. "Ocho euros. Credencial" es lo que contestó. Qué malo es estar amargado por nada. Ahí se desvanecieron mis anhelos de hacer el Camino sólo, y posiblemente es de lo que más me alegre. Había un chaval sentado en la puerta leyendo un libro, parecía el portero. Yo a lo mío. Salí y me fui a dar una vuelta para conocer el pueblo, no muy grande, es una calle con alguna interior -que yo recuerde-. Volví al albergue y entré. empecé a buscar algo en la mochila y salí de nuevo a la entrada. En eso llegó una chica que resultó ser "palenciana"; ¡que no!, que si no me mata, ¿verdad Beba? Palentina. Me preguntó ella si sabía si había cerca algún bar o algo para tomar algo. Le respondí que había ido hacía media hora a comer un pincho de tortilla, que seguía teniendo hambre y que si quería le acompañaba para indicarla (otra acción que no hay que preguntar para ser peregrino, nos conocemos y nos echamos una mano). Nos fuimos y ya de regreso entramos en el albergue. Ella, Beba, comenzó a buscar algo en su mochila, yo estaba tumbado en mi cama y, en eso entró un chaval que parecía un nazareno, el "espíritu de la golosina"; le tocó la cama del final y arriba. Había visto caracoles más rápidos que él. El pobre llevaba ese paso porque él venía de Saint Jean Pied de Port, y en los Pirineos le estuvo lloviendo, nos dijo, toda la etapa, y con el andar las botas le hicieron rozadura en ambos talones. Hay imágenes de cristos de Semana Santa en mejores condiciones que llevaba el pobre sus talones. Los tenía en carne viva. Él chaval se llama Paco, de Jerez. ¡Por cierto!, el que estaba en la entrada leyendo es Francisco, el sevillano que ya nos encontraríamos durante todo el Camino. También fue ahí donde intercambiamos las primeras palabras con la peregrina mejicana que vi rezando en la ermita que hay nada más que comienzas la bajada en Roncesvalles, se llama Olga.

La tónica del Camino es fundamentalmente esta, caminar y vivir experiencias. Lógicamente faltarían Gigabites de almacenamiento para dejar aquí todo lo que he vivido. Desde las "regañinas" de Beba porque yo quería sellar en todos los sitios para tener variedad de sellos en la credencial y ella me decía que no llegaba con la credencial a Santiago, hasta el corte que se hizo Paco con el consiguiente mareo por darnos el gusto de probar unas uvas en la Rioja... ¿o seguía siendo Navarra?

Yo, que no bebo alcohol, cumplí con la tradición de la Fuente de Vino de las Bodegas Irache, que tienen una CÁMARA WEB conectada permanentemente y puedes ver los peregrinos que pasan por allí, aunque lleva un pequeño retardo en la imagen.

Yo, que quería hacer el Camino sólo, le hice con mucho gusto y pena a la vez hasta Logroño con estas dos personas que coincidimos en Zubiri, Beba y Paco. Digo pena porque Beba solamente tenía una semana de vacaciones y llegaba hasta Logroño, y ya de ahí marchaba de nuevo a Palencia. Paco que en Puente la Reina tuvo que ir al centro de salud a que le miraran los talones despellejados, ahí descubrió lo que es la maravillosa blastoestimulina que gracias a mi perrihijo conocía yo y le dije a la enfermera si se le podía dar para que cicatrizase. Ya en Logroño nos fuimos a buscar unas sandalias de trekking las cuales le acompañaron prácticamente todo el Camino hasta Santiago.

Durante todo el Camino que duró hasta llegar a Logroño, Beba me puso la cabeza con el "Insta Karma" que no sabía que hacer jajaja. Ya en Logroño salimos por la tarde/noche a tomar algo por la calle Laurel, y a la mañana siguiente marchar. Ella tenía familia allí y se quedaba. Al día siguiente cuando ya nos separábamos después de desayunar juntos los tres, le dije que nos acompañara dirección a Santiago que su familiar vivía por allí (¡yo no tenía ni pajolera idea!) y despedirnos. Ella dijo que no, que vivía al lado contrario de la ciudad, así que nos despedimos ahí, no sin que sus gafas nos demostraran lo que es la condensación en la cara interna de los cristales (ella sabe porqué lo digo), y ya nos despedimos. A la mañana siguiente me mandó un WhatsApp diciendo que tenía razón, que su familiar vivía por donde, de cachondeo, le dije yo, y ella se fue para el lado contrario andando el doble; Insta Karma se llama eso por no acompañarnos jajaja.

En el pasar de los días llegamos a Burgos, nos fuimos al albergue para no quedarnos sin plaza y ya después poder salir a tomar algo. Yo compré mi cajita de Espidifen 600, que eso si que es un milagro, no el de los panes y los peces, para seguir tranquilo el Camino por si llegase algún dolorcillo inesperado.

En Frómista nos volvimos a ver con Beba, que fue a visitarnos, comer y pasar el día con nosotros.

En Nájera fue donde me cambiaron las botas; y en Santo Domingo de la Calzada tuve que comprarme otro calzado, lo que me causó un desequilibró del presupuesto que por ello no pude llegar a Finisterre. Estas cosas son las que te hacen plantearte que en el Camino suceden historias que difícilmente se repiten en otro lugar. Saliendo de Burgos, habríamos andado como un kilómetro ya, íbamos hablando Paco y yo, y en eso que me da por mirar a una torreta de estas pequeñas de la luz, allí estaban mis botas colgadas. Yo que gasto un 43 y el que me las cambió un 46, cómo llevaría los pies. Como diría Beba, más Insta Karma. Pues bien, ahí no quedó todo, en la etapa 17 según la guía GRONZE, la que va desde Carrión de los Condes a Terradillos de los Templarios, nosotros nos quedamos un pueblo antes, en Lédigos, en el albergue La Morena. Al acompañarnos una persona del albergue para enseñarnos por donde entrar a nuestra cama, iba hablando que hacía una semana un hombre le pidió permiso para ver si le dejaban ver las estanterías donde se colocan las botas, que las había perdido dijo. Yo lo escuché y le dije si ese peregrino preguntaba por un número 46, y el hombre del albergue me dijo que sí. Le respondí que si volviera, sus botas estaban en Santo Domingo de la Calzada.

Seguí haciendo el Camino y llegué a Foncebadón, ya se me iba poniendo el semblante más triste cada día, se acercaba Santiago y terminaría la peregrinación. Galicia ya estaba muy cerca, a dos días: Villafranca del Bierzo y O'Cebreiro.

Camino a Triacastela, en La Portela, conocimos a dos chicas catalanas, Cris y Esther, que estaban de atar (en el buen sentido). Llegamos a Triacastela y a las dos o tres horas llegaron ellas; no sabía que de esas dos me tendría que encargar yo de salir a buscarlas porque siempre se perdían y llegaban de noche y agotadas. Me llamaban El Google humano porque siempre me preguntanban cuanto quedaba, como era el camino restante, donde estaba el albergue y si había camas libres. En fin, que guardo un muy buen recuerdo de todas las personas que conocí en el Camino e hice amistad.

Ya en Santiago nos dirigimos a la Plaza de Obradoiro para cumplir con la tradición de ver la catedral, y de ahí marchar a la oficina del peregrino que se encuentra bajando a la derecha, cerca, a sellar por última vez la credencial y que nos dieran la Compostela. Haciendo la cola para sellar reparé que hacía dos o tres años habían puesto otro "servicio" al peregrino, que es otro documento oficial que por dos euros te justifican oficialmente los kilómetros que has recorrido. Lo paradójico es que mi compañero de travesía, Paco, habiendo salido desde Saint Jean Pied de Port, una etapa  antes y de 25 kilómetros más, le pusieron menos kilómetros que a mi habiendo salido desde Roncesvalles.

¿Pasan cosas que contar en el Camino o no?

En Santiago -como anteriormente me cambiaron las botas en Nájera por unas que no eran mías y tuve que comprarme otras en Santo Domingo de la Calzada-, me quedé en Santiago de Compostela con un total de unos trece euros, a priori ya no podía regresar a Madrid. Llamé a una amiga mía y le dije que si me podía sacar un billete por internet. A mi no me permitía sacarlo en la estación de autobuses dando sus datos, así que me le sacó en ALSA por internet para las 08:00h. del día siguiente. Pretendía quedarme en la estación a dormir hasta la hora de subir al autobús, y un hombre que me estaba escuchando hablar por teléfono con mi amiga, al terminar me dijo que la estación la cerraban a las 00:00h., que en Santiago cerraban hasta el aeropuerto a esa hora. Otra vez a tirar del teléfono, no tenía datos y tenía que conectar la opción de la compañía de 1€ 100Mb. Busqué un albergue a las 23:00h. y por suerte dí con uno cerca y barato, 10€, el albergue Santo Santiago. Muy cerca de la estación de autobuses, a dos patadas, y de Carrefour. ¡Ale! adiós a los 10€, pero me quedaron algo menos de dos. Galletas de chocolate y batido de Carrefour para desayunar, total disponible, 16 céntimos jajaja.

Como he dicho, me tuvieron que sacar el billete de vuelta desde Madrid por internet, porque llevaba literalmente en el bolsillo 16 céntimos que me sobraron del desayuno, y a una chavala que decía ser de Lugo y se encontraba en la estación de Santiago pidiendo algo suelto para ir, le dije: "Lo siento pero acabo de terminar el Camino y casi que me tienes que ayudar tú. Si quieres esto que me queda y no me sirve para sacar el billete". Así que llegué a Madrid con 0 céntimos, me colé en el metro en Príncipe Pío tan contento con mi mochilita y mi bordón.

Una cosa que se suele hacer cuando llegas al albergue al terminar la etapa, es que veías a peregrin@s que se ponían a escribir en un cuaderno o en las tabletas. Pues bien, yo por consejo de Beba me compre una libretita muy maja en una tienda en Logroño, pero la pereza de escribir en el Camino no me dejó hacerlo mucho, así que prefiero hacerlo aquí, en el blog, ya que las experiencias vividas sé que siempre las llevaré conmigo aunque las comparta.

Esta entrada lleva por título "Mi experiencia general en el Camino". Habiéndole terminado y con todo lo que he dejado escrito en esta entrada -una ínfima anécdota para lo que me guardo-, ¿le volvería a hacer? Una y mil veces. Si pudiera, no le haría todos los años, ya que el Camino es algo que cuando le haces y le terminas te das cuenta de su significado, sea este religioso, espiritual, deportivo, cultural o el Sursum Corda, pero sí le haría cuando el corazón me lo pidiera de poder hacerle.

El Camino, por lo menos para mi, es algo más que andar.


3 comentarios:

  1. por la película estoy acá y la verdad que por eso y lo que escribiste debe ser una experiencia alucinante... además soy de caminar y me da gusto... saludos desde Argentina!

    ResponderEliminar
  2. Lo siento, pero el fondo de la web es tan malo, que prácticamente es casi imposible leer el contenido. No podrías poner un fondo blanco u otro que pertitiera leer bien.
    Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Vaya relato tan detallado, casi podía estar ahí!!! Lo cuentas de una manera tan específica, tan emocionante que....cielos, muero de ganas por hacer el camino. Es verdad que el ver la película en una madrugada de desvelo pues me ha traído hasta los comentarios de YouTube, luego a conocer a una persona tan extraordinaria como tú y al momento, llegar hasta aquí donde leo muy a detalle todo lo que viviste y caray, me siento afortunada porque está claro que está en mi destino hacerlo y pues mejores consejos y vivencias contadas imposible encontrar más que aquí, haré el camino sí o sí.

    ResponderEliminar