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Fotografía tomada en el establecimiento mientras escribía
el post sobre los albergues. Estancia donde está permitido
comer al abrigo de la chimenea con frío. |
Hay quien dice que los albergues son todos unos locales para sacar el dinero a los peregrinos, y en muchos casos es cierto; pero, he dado con uno de estos sitios en Villafranca del Bierzo que rompe con todos los tópicos que alguno de los peregrinos intentan achacar a todos los albergues.
Este albergue se llama
Albergue Leo, y está situado en la calle del Agua, llamada así desde siempre, pero también se la conoce como
calle Ribadeo en Villafranca del Bierzo, en el Camino de Santiago, una etapa antes de entrar ya en Galicia. Se encuentra a cinco minutos de la plaza Mayor de Villafranca y a diez de la iglesia que se encuentra en lo alto.
Empecemos, como siempre, por el principio.
El edificio es una casa típica montañesa antigua -que no vieja-, con un portalón importante, los techos altos con vigas traveseras gruesas que le confieren un entorno acogedor. El resto del techo es de madera también. Se encuentra en perfecto estado de conservación pero sin perder su esencia rústica respetando los tiempos en los que estamos, con toda la tecnología de la que disponemos.
La entrada está flanqueada por unas escaleras de madera que suben hasta las habitaciones donde se encuentran las literas. Miremos por donde miremos, la casa está impecable; limpia, nueva -como he apuntado anteriormente-. Se nos presenta una puerta de las de antaño, de madera, grande, no como las que hacen ahora. Nada más entrar nos encontramos con una especie de escritorio y dos sillas de este tipo -por supuesto nuevas, no destartaladas-. Hay una estufa eléctrica que caldea a la perfección la estancia. A la izquierda nos encontramos con un pequeño pasillo por el que accedemos a las habitaciones. En una de ellas hay solamente una litera; la calidad es perfecta. El colchón nuevo, los peldaños de las escaleras de subida a la cama superior con bandas de madera plana, no redonda que se mete en lo más hondo de la planta del pie, que siempre vienen bien si te toca esa cama y tienes los pies tocados por el Camino.
En la pared hay un enchufe -suficiente si llevas un <<ladrón>>-, y luz independiente en cada cama.
El radiador se encuentra enfrente de las camas, justo para repartir el calor en ambas. En la habitación de dos camas, es más que suficiente, y yo diría que incluso uno de la mitad de tamaño bastaría para caldear todo el cuarto.
Las habitaciones más grandes tampoco se encuentran saturadas de camas, el espacio está aprovechado pero sin exceder de lo que es lógico.
Cuenta con dos entradas: la principal y otra que podemos llamar secundaria pero que nada tiene que ver con la idea que se puede tener de entrada secundaria. Nos dirige directamente a la planta donde se encuentra todo lo descrito con anterioridad. Tiene un pequeño patio por el que acceder a la cocina, al ala de guarecer las bicicletas, baños y sala de lavadoras y secadoras. Por ese patio se accede también a la parte superior del albergue. Dicho patio cuenta con mesas y sillas para sentarse en los meses de calor.
La recepción del albergue no tiene nada que envidiar a la de muchos hoteles -por los que he podido pasar-, tanto en la calidad del mobiliario como por la decoración minimalista y adecuada. Cuenta con una pequeña barra de bar muy coqueta, de dimensiones reducidas pero entrañable y confortable. A su izquierda hay dos pares de sillones de oficina y una pequeña mesita, justo delante de la biblioteca. Enfrente está la recepción del mismo estilo.
Los aseos/duchas son un apartado importante para el peregrino especialmente, ya que después de caminar durante más de 25 kilómetros, lo que esperas son pocas sorpresas desagradables. Son platos de ducha con una especie de cesta metálica para depositar los efectos de aseo, así como en el exterior una alfombrilla para no resbalar al salir. Importante detalle.
Los sanitarios ya no solo es que sean modernos, es que aparte de esto son funcionales y con ahorro de agua, que esto nunca viene mal.
Los lavabos más de lo mismo, son de diseño carente de orificio de desagüe sustituido por una abertura longitudinal que evita pequeños percances de pérdida de anillos o cadenitas.
Lo humano lo he dejado para el final porque es lo que a veces falla de todo, cuando debe ser lo primordial. En este caso, la encargada del albergue te pone todas las facilidades para que la estancia sea lo más amena y cómoda posible. En mi caso me explicó donde estaba cada cosa; donde la cocina y lo utensilios, así como el ofrecimiento para facilitarme que la cena fuese tranquila, a pesar de traerla de fuera. Me decía que si necesitase algo (vaso, cubiertos, etc.) se lo pidiese que me lo daría.
¿Recomendaría este albergue a otros peregrinos? Sobra decir que por supuesto. Todo lo que he escrito, posiblemente me haya dejado algo en el <<tintero/teclado>>, pero no hace falta recomendar este establecimiento a los peregrinos, a cualquier persona que quiera disfrutar de la naturaleza y se encuentre en Villafranca del Bierzo, este establecimiento es de lo mejor donde me he podido alojar de los que he estado.
En cuanto pueda hacer el tercer Camino ese será mi albergue en Villafranca, seguro.
